La situación actual de las finanzas públicas de España presenta grandes riesgos y amenazas, que en realidad provienen en gran medida de las debilidades que se han ido acumulando en los últimos años. A esto, hay que añadir que estamos inmersos en un difícil proceso de sustitución de fuentes de energía primaria provocado por factores medioambientales y por el encarecimiento de las materias primas debido al conflicto de Ucrania. Y lo peor es que hay que hacerlo con un sistema financiero débil que todavía no se ha repuesto de la crisis anterior y con unas finanzas públicas al límite de su capacidad de endeudamiento. En el cuadro anterior se puede ver la evolución histórica de la deuda pública española desde finales del siglo pasado, donde se aprecia el ritmo insostenible de crecimiento de la deuda de las distintas AAPP, a excepción de las Corporaciones Locales que tienen limitado su capacidad de endeudamiento.
Si analizamos el resultado del endeudamiento en términos de PIB respecto de nuestros principales socios europeos, vemos que España presenta el peor resultado junto con Italia en el periodo 2018-2021. En concreto mientras que el PIB ha crecido un 0,1% durante dicho periodo, la deuda creció un 18,1% ( ITA: 0,2% - 12,4%). El desempeño en el caso de países de referencia como Alemancia o Francia, el PIB creció un 7,0% y su deuda pública un 20,0% en el primer caso, y en el segundo el PIB lo hizo un 5,8% mientras la deuda un 21,7%. Por tanto, el crecimiento de la deuda ha sido intenso en todos los casos, pero el impacto en la economía ha sido nulo en el caso español. Esto significa que para mantener el mismo nivel de actividad que tenía el país, el sector público ha tenido que endeudarse en 218.000,00 euros.
Si ampliamos el periodo disponible para ver cómo ha evolucionado la deuda pública y el PIB de nuestro país respecto a Europa, vemos que el PIB se ha comportado de forma parecida aunque con un impacto mayor de la pandemia en su economía, mientras que el crecimiento de la deuda pública presenta un diferencial histórico significativa con el comienzo de la crisis de deuda pública en 2012 y que no se ha corregido en la fase de crecimiento económico que se inició en 2014. En definitiva, el PIB español ha crecido en dicho periodo un 16,8% mientras que la deuda se ha incrementado en un 53,8%.
Al margen de los periodos que se quieran utilizar para ver el comportamiento de la deuda pública y el resultado de la política fiscal puesta en marcha en dichos espacios de tiempo, los datos apuntan claramente hacia un incremento desproporcionado de la deuda pública del país que difícilmente pueda mantenerse en el futuro inmediato. Existe un importante problema de explicación a la sociedad de la peligrosa dinámica que ha tenido esta variable en este tiempo y la imposibilidad de continuar incrementando la deuda a este ritmo. Por tanto, al igual que está sucediendo con la transición energética, la transición hacia un modelo fiscal equilibrado va a poner en cuestión los consensos sociales existentes hasta ahora, y muy probablemente también la solidaridad de nuestros socios europeos si no se toman medidas para equilibrar las cuentas públicas.
De igual manera, una vez que se analiza la dinámica de los ingresos y gastos públicos, hay datos que no concuerdan con los mensajes y discursos que constantemente invaden los medios de comunicación y los debates políticos. Si vemos el comportamiento de las principales partidas que componen los ingresos y gastos de las AAPP, en todos los casos el incremento de dichas partidas en un plazo amplio (2002-2021) ha sido superior al incremento del PIB, por lo que es un hecho innegable el trasvase de producción nacional del sector privado al público en dicho periodo. Este fenómeno en si no es ni bueno ni malo más allá de disputas ideológicas o políticas, pero si puede suponer un problema en el caso de que el sector privado de la economía no consiga crecer de manera que aumenten los ingresos recurrentes, y las AAPP no consigan disminuir el gasto estructural para alcanzar un equilibrio financiero estable a largo plazo. En conclusión, hay suficientes datos para preocuparse sobre la situación de las finanzas públicas del país, pero lo más preocupante de todo es el déficit enorme de comunicación a la sociedad española de la peligrosa dinámica que ha tenido, tiene y parece que puede tener en el futuro inmediato el incremento de la deuda y la evolución del gasto público estructural sin ingresos estables que lo soporte.