domingo, 21 de septiembre de 2014

Ciclo económico y ciclo financiero (y I)

Irving Fisher fué un economista estadounidense perteneciente a la escuela neoclásica. Una cuestión que marcó su trayectoria como economista fue la pésima gestión de sus inversiones bursátiles durante la crisis del 29. Como analista financiero, en uno de sus informes previo al derrumbe pronosticó que las cotizaciones habían marcado un suelo, y que había recorrido alcista para los precios de las acciones. Como ya sabemos se equivocó, y probablemente los modelos matemáticos y lógicos que utilizó para intentar prever el movimiento de las cotizaciones no fueron los acertados. Como el mismo reconoció no tuvo en cuenta incluir dentro de los planteamientos básicos de sus previsiones el enorme impacto que la deuda financiera puede llegar a tener sobre el valor final de los activos, y el poder del crédito sobre la producción y el empleo. El gran parecido entre la Gran Depresión del 29 y la Gran Recesión que venimos padeciendo está en el ciclo financiero subyacente de partida en ambos momentos históricos, y también en el convencimiento equivocado de muchos analistas económicos y economistas de que el precio de los activos no seguirían bajando porque estaban por debajo del valor fundamental que deberían tener, al menos en el caso español. El listado de profesionales que durante los años previos al estallido de las hipotecas subprime estadounidenses aseguraban en sus informes que los activos inmobiliarios no estaban sobrevalorados y que por tanto aún tenían algo de recorrido es bastante extenso. Los errores de predicción de economistas, servicios de estudios y expertos muy respetados están en las hemerotecas, por tanto parece que el ser humano no termina de aprender de los errores, y vuelve a cometer los mismos o parecidos. El gran olvido en los pronósticos de los citados profesionales fue claramente el momento del ciclo financiero en el que nos encontrábamos. La deuda para ellos era perfectamente asumible por la economía, o sencillamente es que no la tenían en cuenta. Y en este punto es donde Fisher reconoce su error y lo explica en The debt-deflation  theory of great depressions (1). 


Dejando a un lado la controvertida cuestión sobre las previsiones que se realizan en coyunturas tan optimistas del ciclo, el gran aporte de Fisher sobre ciclos es que nos sirve para explicar el comportamiento asincrónico entre ciclo económico y ciclo financiero, y sus consecuencias. Hay que tener en cuenta que estos son a su vez un agregado de otros ciclos "menores" que cuando se maximizan sus respectivos desequilibrios terminan estallando en una gran depresión como las citadas. Su "teoría de ciclos" descansa en 49 ideas que contienen el proceso y las causas de la formación de ciclos en la economía. 

Para comenzar, la primera de ellas arranca con la idea de que los sistemas económicos están compuestos por una multitud de variables, las cuáles cambian debido a una amplia variedad de factores. El tiempo lógicamente se encarga de que se formen desequilibrios en dichas variables o en el sistema, y todo ello se puede analizar desde dos perspectivas distintas: el estudio de hechos o acontecimientos económicos del pasado (historia económica), y el análisis del comportamiento y la tendencia que siguen las distintas variables para ver como afectan unas a las otras, o incluso al conjunto del sistema ( a esto le llama ciencia económica). Para él la teoría económica estudia por un lado un equilibrio imaginario ideal (estática económica), y por otro la dinámica económica. Su teoría de ciclos es una parte de los fenómenos que se producen por los desequilibrios económicos.

Otra idea que propone la teoría es que el ciclo económico no es un ciclo autogenerado y recurrente, o sea que no es algo natural e implícito en el sistema económico, de manera que no es una dinámica repetitiva, periódica y frecuente. Si fuese de esa manera sería predecible y por tanto prevenible. También explica Fisher que no existe un único ciclo económico, sino que este esta formado por la suma o adición de ciclos menores de variables que componen el sistema económico. Esto lo explica de la siguiente manera: "En lugar de una sola hay varias fuerzas. Específicamente no existe un ciclo; por el contrario, coexisten múltiples ciclos que se agravan o neutralizan mutuamente de manera constante y que coexisten asimismo con múltiples eventos no cíclicos. Siempre hay un sinnúmero de ciclos, largos y cortos, grandes y pequeños, concebidos como tendencias (así como múltiples tendencias no cíclicas); cualquier evento histórico es el resultado de todas las tendencias que en ese momento operan." Con ello cabe poca duda sobre  la complejidad de la formación de ciclos económicos y burbujas de deuda. Por tanto, las recetas o soluciones no son ni lineales, ni simples, ni inocuas, y en la actualidad gran parte de los remedios que se están proponiendo para salir de la fase recesiva del ciclo tienen más de insensatas fórmulas mágicas que de un completo diagnóstico y un acertado tratamiento.

Continuando con el tema de los fenómenos que provocan desequilibrios económicos, este autor clasifica las tendencias en tres tipos: las tendencias de crecimiento o trayectorias que son estables, las  perturbaciones fortuitas, que son inestables, y las tendencias cíclicas que son inestables pero que se repiten constantemente. Teniendo en cuenta que existen fluctuaciones cíclicas que son inestables pero que se repiten en el tiempo, el equilibrio es posible aunque seguro será inestable, ya que como sabemos la oferta y la demanda no siempre coincide en un nivel objetivo de precio/cantidad, sino que al ser variables dinámicas, su comportamiento en el tiempo deberá ser parecido a un ciclo que irá reduciendo su intensidad hacia un punto en que se estabilice la oferta de bienes o servicios y su contrapartida. El que existan restricciones e interferencias externas hará que la variable en cuestión no consiga llegar a un valor fundamental estable o equilibrio tal como indica el modelo de oferta y demanda. Escribe el autor sobre el equilibrio económico que: "En teoría es posible -de hecho, la mayor parte del tiempo debe haber- la sobre o baja producción, exceso o falta de inversión y exceso o falta de cualquier otra cosa. Es tan absurdo suponer que durante cualquier periodo largo las variables en la organización o en cualquiera de sus partes se mantengan en perfecto equilibrio, como suponer que el Océano Atlántico se mantendrá sin oleaje".

Una vez llegado a este punto, Fisher concluye que las desviaciones respecto al equilibrio que provocan oscilaciones en las variables económicas relacionadas con la capacidad de producción de una economía, la demanda agregada, los desajustes en los precios, el exceso de confianza, de ahorro o de gasto, etc., pueden explicar las perturbaciones relativamente pequeñas que puedan darse en una economía. Ahora bien, para él lo importante es saber "¿cuál de ellas ha sido suficientemente perturbadora para permitir una explicación sustancial de los grandes booms y depresiones de la historia?", y la conclusión final que obtiene y propone es que hay dos factores dominantes que prevalecen sobre las demás y son la deuda (sobreendeudamiento) y los niveles de precios (deflación). 

El epílogo de todo eso es que "algunos de los otros factores, que por lo general son menos relevantes, adquieren cierta importancia cuando se combinan con uno o ambos factores dominantes. Así la sobreinversión y la sobre especulación generalmente son importantes, pero pueden acarrear resultados de menor cuidado no se practican con dinero prestado. Esto es, el sobreendeudamiento puede incrementar la importancia del exceso de inversión o la sobreespeculación. Lo mismo es cierto para el exceso de confianza. Imagino que si es fortuito no provoca un daño de importancia, excepto si se engaña a las víctimas y se les lleva a endeudarse". La cursiva es una reflexión que tiene gran transcendencia en el contexto actual en el que se ha materializado el temido riesgo moral de tener que rescatar un sector con dinero procedente de los contribuyentes para cubrir la pérdida de valor de los activos que respaldaban los créditos, o simplemente el impago de estos.  


(1) The Debt-Deflation Theory of Great Depressions. Econometrica. Existe una traducción al castellano en La Teoría de la Deuda-Deflación en las Grandes Depresiones realizada en 1999.