sábado, 24 de mayo de 2014

Panorama de la estabilidad financiera española


La estabilidad financiera es uno de los objetivos explícitos de cualquier banco central, y en el caso del BCE también como no puede ser de otra forma. De la misma manera que el crecimiento económico constante y estable es un requisito esencial para el desarrollo de un país, su contraparte financiera es asimismo una condición indispensable para lograr dicho fin. Hoy día ya sabemos que el origen de la crisis actual que padecemos es de deuda, y que el mal uso de los recursos financieros tiene consecuencias fatales si no genera un crecimiento sano. Un uso incorrecto de la política monetaria, o de la regulación y supervisión del sistema bancario suele estar detrás de las crisis financieras acontecidas en el pasado. En el gráfico anterior podemos comprobar el gran crecimiento de los activos de las entidades financieras españolas, y como gran parte de ese crecimiento estuvo destinado al crédito de empresas y hogares. De hecho antes del estallido de la burbuja inmobiliaria, la proporción de crédito al sector privado sobre activos marcó un máximo en 2007 de casi el 61% para descender en la actualidad al entorno del 48%.


En el reciente Informe de Estabilidad Financiera de mayo, el Banco de España presenta un análisis de la situación de los principales riesgos de nuestro sistema financiero, y la evolución que están teniendo las distintas variables que influyen en él. El informe pone de manifiesto básicamente dos aspectos, el primero es que las tensiones financieras que se vivieron a partir del segundo semestre de 2012 han menguado de forma significativa, aunque todavía estamos lejos de normalizar la situación. En  segundo lugar, que el volumen de crédito total sigue descendiendo en línea con el proceso de desapalancamiento general del sector privado, aunque el crédito dudoso sigue creciendo significativamente debido en gran medida a las obligaciones contables impuestas por el Banco de España a las entidades financieras para reclasificar las refinanciaciones que se han realizado últimamente. Hay que advertir que la ratio de crédito dudoso además de ser una variable con cierto retardo en incorporar la situación económica general, se ha visto incrementada en gran medida por el descenso de la base crediticia sobre la que se compara. 

Como ya se ha comentado antes el Banco de España ha puesto gran empeño en aclarar y sanear el tema de las refinanciaciones y reestructuraciones de la cartera de crédito de las entidades financieras nacionales, en gran medida como exigencia del Memorando de Entendimiento (MoU) firmado en julio de 2012 con las instituciones europeas. Para ello, el regulador español obliga a las entidades a informar sobre las operaciones refinanciadas o reestructuradas, y estipula la norma para su clasificación como riesgo normal, subestándar o dudoso, además de detallar su finalidad y cobertura. A finales del 2013 el volumen de crédito de estas operaciones se situaba en 211.273 millones de euros lo que viene a suponer un 15,3% del crédito al sector privado.




Con este ejercicio de reclasificación de créditos, se ha producido un trasvase del 13% de la categoría normal a la dudosa, manteniéndose estable la subestándar, lo que implica que las entidades financieras tenían mal valorados sus riesgos desde el comienzo de la crisis como temían muchos agentes.  De todas formas, la transparencia a la que ha sido expuesto el sistema bancario español, junto con las obligaciones de capital y provisiones que se han exigido ha contribuido de forma importante al cambio de ciclo, que ya se puede ver en el crédito nuevo que las entidades conceden. De todas formas, se sigue purgando los excesos cometidos. La medida citada anteriormente no hubiera servido de mucho sin el plan de choque que ha supuesto la Sareb y la capitalización de entidades de grupo 1 y 2. Ambos planes de ayudas al sistema bancario han supuesto un gran esfuerzo por parte de la sociedad para restituir una normalidad que todavía está lejana. La fragmentación de los mercados financieros europeos y de los costes de financiación para los agentes de países periféricos es un ejemplo de la dificultad que está teniendo España país para estabilizar la situación. 





Un aspecto importante para la estabilidad financiera es que las entidades bancarias obtengan beneficios con su actividad minorista sin asumir excesivos riesgos. Como podemos ver en el gráfico anterior la evolución de los ingresos pasó a ser el centro de la estrategia empresarial de los bancos y cajas de ahorros en la fase previa a la crisis. A partir de 2006 se puede ver como dichos ingresos financieros crecieron más que el margen de intermediación, en gran medida porque los tipos de interés eran bajos y porque las cajas estaban en un proceso de expansión poco rentable. El estallido de la crisis trajo consigo un descenso importante de los ingresos citados, y con retraso también del margen. El gasto de personal es un elemento importante de la cuenta de resultados de una entidad financiera, y como se puede ver la evolución de esta partida ha sido paralela al margen de intermediación, salvo en la fase inicial de la crisis. Hay que señalar que la partida de ingresos más importante en los resultados de una entidad es su margen financiero, aunque las comisiones han ido ganando peso debido al descenso global de los tipos de interés a nivel mundial. Esta partida se encuentra actualmente por encima de los niveles que tenía antes de la crisis, por lo que dentro de una tendencia negativa, se está comportando relativamente bien. El principal impacto sobre el resultado económico final del sistema bancario ha sido y sigue siendo las provisiones, debido al  excepcional aumento del riesgo de crédito y de las pérdidas asociadas a la construcción y la promoción inmobiliaria.

En conclusión, el escenario de riesgos para la estabilidad financiera ha mejorado tanto en el entorno internacional como en el nacional. Las principales bolsas mantienen una tendencia positiva, los inversores comienzan a comprar deuda pública y corporativa en los mercados de capitales de ciertos países que tenían restringido su acceso. Los tipos de interés han bajado a niveles previos al comienzo de la crisis, y los instrumentos de cobertura han reducido de forma importante los costes de aseguramiento de dicha deuda. Por contra, seguimos teniendo problemas en Europa, donde los costes de financiación son mayores en los países periféricos. Por otra parte, el proceso de normalización de la política monetaria no convencional estadounidense aunque ya está descontado, ha creado problemas en algunos emergentes que mantenían desequilibrios excesivos.