lunes, 14 de octubre de 2013

La salida de la Gran Recesión se complica

Las noticias que nos están llegando desde principios de octubre desde Estados Unidos son francamente preocupantes. Podríamos decir que últimamente este país se está convirtiendo en un gran exportador de problemas al resto del mundo, aunque hay que reconocer que cada cuál ayuda como puede a amplificarlo y convertirlo en un tema más sistémico de lo que debería ser. El origen de la ya bautizada como Gran Recesión tuvo su punto de partida para la historia en 2008, con la quiebra de Lehman Brother y la posterior exportación del problema al sistema financiero mundial. La suspensión de pagos del gobierno federal nos sitúa ante uno de esos puntos históricos en los que nos jugamos mucho en el devenir de la economía en los próximos años. En concreto, la falta de acuerdo en el congreso estadounidense para ampliar el límite de deuda con la que poder pagar su gasto público, está en el origen del estado de angustia que está recorriendo el planeta. Y es que la preocupación es real. Si no se amplia el techo de deuda, la administración norteamericana no podría hacer frente a todos los gastos comprometidos, y por tanto estaría inmersa en una suspensión de pagos.  Y si algo hemos aprendido en los últimos años es que una suspensión de pagos, que "solo" es un problema de liquidez, puede terminar convirtiéndose en un problema de solvencia, cuya consecuencia -la quiebra- son mucho peores.

Actualmente se pueden observar dos dinámicas mundiales distintas en cuanto al comportamiento del endeudamiento público, y la predisposición de las autoridades monetarias y fiscales de cada país para usarlo en su lucha contra los efectos de la recesión económica actual. Por un lado están aquellos países que están dentro de un fuerte proceso de corrección del gasto público para evitar que se les dispare su deuda pública, aunque eso suponga sacrificios importantes en el ámbito social a sus ciudadanos -es el caso europeo-. Por otro lado, hay otros países que están utilizando o han utilizado todo su potencia presupuestaria para estimular su economía, aunque eso suponga un volumen de deuda que da vértigo y cuyas consecuencias en el largo plazo sean desconocidas. Es el caso de Japón, el cuál además del endeudamiento público comentado, ha puesto en marcha un proceso de expansión monetaria sin precedentes. Ambas estrategias son básicamente las mismas que la utilizada al comienzo de la crisis por la Reserva Federal y el tesoro americano.

Pero los estímulos no son ni inocuos ni tampoco inofensivos. Una política monetaria expansiva no puede continuar indefinidamente, ni tampoco un presupuesto puede engordar constantemente la deuda pública de un país para combatir los efectos de una recesión. Las dudas por parte de la Reserva Federal y la decisión de esperar un tiempo para la retirada de los estímulos monetarios, probablemente se hayan debido al más que esperable problema presupuestario del tesoro americano para seguir aumentando su deuda pública que se podía intuir. EEUU no tiene un endeudamiento excesivo si lo comparamos con la media de la OCDE -mirar gráfico primero-, por lo que parece tratarse más de un problema político que económico, en tanto que los mercados siguen dispuestos a comprar deuda estadounidense, básicamente porque no existe instrumentos de inversión mucho más seguros que los treasure bonds americanos. Es difícil saber que va a pasar, pero lo esperable es que un simple juego de estrategia política no termine convirtiéndose en un problema mucho mayor. Sirva como ejemplo que la hipotética salida del Euro de Grecia en los peores momentos de la crisis de deuda soberana europea, presagiaba una catástrofe monetaria y financiera. Sencillamente, EEUU no puede quebrar, y  en el caso de que así fuera sería un cataclismo cuyas consecuencias excederían el ámbito económico. Esperemos pues que no vuelvan a provocar otro problema sistémico, al menos hasta que hayamos salido del último.