Las recesiones económicas tienen gran impacto en el desarrollo de los países, y no tienen el mismo impacto en unos que en otros. En el gráfico de arriba podemos ver la probabilidad de recesión en Estados Unidos, y como explica muy bien lo que ha sido la historia económica de los últimos casi cincuenta años. Actualmente dicho indicador da una probabilidad muy escasa de entrar en una recesión, algo positivo para el resto de mundo ya que al ser la primera economía del planeta, tiene la capacidad de darle tracción a las exportaciones del resto de países. El crecimiento estadounidense es sólido y su mercado laboral está respondiendo relativamente bien a las medidas de expansión monetaria de la Reserva Federal, aunque existen elementos estructurales de fondo en la creación de empleo que ponen en duda la solidez antes citada, y en concreto hablamos de un crónico descenso de la población activa.
El uso de la herramienta monetaria para generar crecimiento económico es uno de los mandatos explícitos que tiene la Reserva Federal. La otra es que los precios no crezcan de manera que provoque graves desequilibrios que terminen en una recesión, o en una temida estanflación. Por tanto, una vez que el nivel de precios parece controlado, la compra de deuda pública no tiene por qué ser un problema a futuro como defienden aquellos que tratan de implantar el mecanismo diseñado por el organismo monetario estadounidense a otras zonas del planeta. El Banco de Japón ha copiado la estrategia y está en pleno crecimiento de su base monetaria para llevarla a niveles de vértigo, algo que se consideraría como una locura desastrosa hace apenas una década por los expertos y académicos del momento. Bernanke es un especialista en la materia y parece que sabía lo que hacía, o sea que estaba en el mejor sitio en el peor momento. Hacer lo mismo en Europa es bastante más difícil, ya que encajar una estrategia monetaria tan agresiva en una zona monetaria que no tiene unidad fiscal y en la que los planteamientos básicos de economía política tienen grandes diferencias parece mucho más complicado. Además, y salvo la reciente unión bancaria, el resto de características básicas que presenta el esquema americano está muy diluido entre la soberanía económica, fiscal y financiera de cada país.
Es difícil explicar a un país europeo no periférico de que el Banco Central Europeo tiene que comprar masivamente la deuda pública y privada de países periféricos sin que existan un plan de ajuste fiscal que haga viable la recuperación económica, y sobre todo que evite un default a largo plazo como el caso griego. La posición cíclica de las distintas economías europeas hace muy complicado realizar estímulos monetarios sin que puedan generar efectos no deseados en las que mejor situación tienen. La Gran Moderación de la inflación conseguida durante los últimas décadas puede considerarse un éxito de los bancos centrales, pero la crisis financiera producida en 2007 ha puesto de manifiesto que cuando se estimula constantemente un sistema, la retirada de estímulos puede generar un colapso en la capacidad de respuesta. La respuesta de la Reserva Federal a la crisis de 2007 parece que ha tenido un resultado válido a corto plazo, de hecho ha conseguido sacar a su economía de la recesión sin disparar significativamente el déficit ni su deuda pública, y sobre todo los precios. Pero ya sabemos que la balsa monetaria que no se destina a la economía real termina generando burbujas financieras o inmobiliarias. Drenar la enorme liquidez del sistema tiene enormes posibilidades de que no salga bien. Estados Unidos tiene a su favor la capacidad de captar ahorro mundial para financiar sus presupuestos y sus excesos monetarios, algo por cierto que no posee la Unión Monetaria Europea, la cuál tiene muy limitado su capacidad de expandir su base monetaria, ya que el Euro no es la principal moneda de reserva internacional como lo es el dólar. En conclusión, la actual estrategia monetaria estadounidense y el relevo por parte del Banco de Japón tiene muchas posibilidades de ser el germen de la próxima recesión, y con el agravante de que en el hipotético caso de que entremos en una trampa de liquidez las herramientas fiscales están muy limitadas, como bien sabe la economía española.
Los excesos monetarios y fiscales no son buenos ni malos, sino que depende de la situación en la que se aplican. También sabemos que salvo que se produzca cambios estructurales de mucho calado, dichos excesos tienen que remitir en algún momento para volver a la "normalidad". El problema es que esa normalidad se consiga haciendo permanente los estímulos masivos que sirvieron como plan de choque en un momento puntual. En fin, parece claro que la estrategia monetaria para salir de la recesión ha funcionado en Estados Unidos, pero no está tan claro hoy por hoy que la salida del hospital hacia una vida normal esté garantizada, salvo que esa "normalidad" implique vivir más tiempo medicalizado dentro del recinto médico que fuera.