miércoles, 1 de noviembre de 2023

Deuda de las Administraciones Públicas en España

 

Las previsiones económicas para el futuro inmediato parece que no coinciden con el escenario previsto por los gestores económicos públicos en sus discursos eufóricos. Como bien sabemos la gestión económica realizada y sus resultados serán juzgados por la historia, y por tanto dichos gestores gozan ya de antemano de inmunidad jurídica y política por los errores interesados o no que estén cometiendo. Si vemos el gráfico anterior, la curva de tipos de interés de la deuda pública española está prácticamente plana. Aunque todavía no se ha invertido la curva, parece probable que esto suceda próximamente. Cuando esto se produce es porque el mercado piensa que se va a producir una desaceleración en el PIB o directamente una recesión. Pero hay que tener en cuenta también que el comportamiento de la curva dependa también del escenario de inflación que estamos viviendo, y si finalmente la autoridad monetaria europea consigue doblegar los precios y volver al escenario base objetivo de inflación.


Por tanto es razonable pensar que las condiciones económicas van a empeorar en los próximos meses, al margen de la estrategia comunicativa actual de los gestores políticos del país. Por ese motivo, hay que seguir avisando que el crecimiento económico reciente se ha sostenido gracias a un sistemático  e insostenible incremento de la deuda pública, y que dicho argumento no es una afirmación ideológica, interesada y con sesgo político. Hay que insistir también en que ese endeudamiento crónico del sector público, independientemente de la capacidad del país para poder atender el pago futuro de intereses y deuda, es un obligación intergeneracional que no está consensuada con esas generaciones futuras. No olvidemos que éstas también van a tener que hacer frente a importantes retos demográficos (pensiones, cronificación de enfermedades, etc), medioambientales y energéticos difíciles de predecir, pero con una enorme hipoteca que reducirá bastante la capacidad de financiación disponible. Igualmente, no es una afirmación irresponsable e imprudente advertir que estamos en un escenario muy peligroso, y que una crisis financiera es mucho más difícil de gestionar que una "simple" crisis de demanda o de oferta como la que hemos padecido en 2020. La realidad ha demostrado esto último, y por desgracia también demostrará que la arriesgada estrategia financiera histórica realizada por los gestores económicos públicos del país, nos va a llevar a escenarios sociales peligrosos y de consensos políticos muy difíciles, o directamente imposibles de conseguir.


De igual manera hay que explicar que el uso que realizan actualmente los gestores políticos sobre la evolución futura de la ratio de deuda pública sobre PIB, con el fin de exponer las bondades de su gestión económica es un argumento retorcido. Y eso es así desde el momento en que hacen sus previsiones basándose en la creencia -y no en la expectativa- de que la economía crecerá constantemente. Si miramos la historia veremos que ese argumento es más que cuestionable, imprudente y poco realista. 

La ratio deuda/PIB puede variar por dos razones, por el incremento o descenso de la deuda pública, por la evolución de la economía, o incluso por la variación de ambas partidas a la vez. Por tanto, en un escenario de incremento crónico de la deuda pública, y una más que probable desaceleración o recesión económica, es bastante difícil pensar que la ratio indicada descienda en los próximos ejercicios, al menos al ritmo que plantean las previsiones de los gestores políticos actuales de la economía. Parece que ese escenario virtuoso es poco realista, al margen del criterio ideológico/político del que partan las opiniones sobre el tema.

Pero como hemos dicho al principio, esto solo lo juzgará la historia y hay que esperar bastante tiempo para tener datos y poder confirmar las sospechas. Es fundamental para el progreso de la sociedad española, saber si este tipo de prácticas económicas están sostenidas por expectativas razonables en el medio y largo plazo, o sólo  descansan en tácticas electorales o estrategias políticas de dudosa sostenibilidad. En todo caso el país necesita de una transparencia comunicativa y sin sesgo ideológico, para explicar algo tan simple como que los problemas económicos y financieros deben tener una solución económica y financiera, por mucho que los agentes políticos se empeñen en convencer que tienen una solución ideológica al problema. En definitiva se trata de entender que los milagros y los trucos de magia no son lo mismo aunque nos lo intenten vender así.