El coste de financiación de la deuda pública de un país es un referente para estimar la capacidad de crecimiento futuro, y en circunstancias excepcionales de tensiones financieras como la que vivimos actualmente es aún más importante. En España los tipos de interés a largo plazo se dispararon a lo largo de 2012 como consecuencia de la desconfianza de los mercados hacia la capacidad de pago futuro de la deuda de ciertos países europeos, y entre ellos el nuestro. Los costes financieros de la deuda empezó a crecer de forma alarmante, no tanto por el incremento de los tipos de financiación, sino por el aumento considerable del volumen de deuda, que si continuaba a ese ritmo, el endeudamiento podría alcanzar un nivel que hiciera imposible hacer frente a la devolución del capital, y por tanto produjera un default soberano, como sucedió en Grecia., y que tanto temen los inversores. El descenso del tipo de interés a largo plazo que se puede observar en el gráfico se debe básicamente a dos motivos, por un lado la disponibilidad del Banco Central Europeo para entrar en los mercados secundarios a comprar deuda de aquellos países con problemas de financiación, con el objetivo de reducir los tipos de financiación -siempre bajo petición previa de dicho país y el cumplimiento de estrictas condiciones-, y por otro lado, la senda de ajuste presupuestario que ha generado la percepción de que la reducción del gasto público estructural es real, y que el incremento de los ingresos fiscales provocará un saldo primario en el medio y largo plazo suficiente para empezar a devolver la deuda.
El servicio de estudios de BBVA publica el índice de tensiones financieras, que como indica trata de medir el nivel de estrés que existe en los mercados financieros a distintas escalas. En el informe sobre situación global del segundo trimestre de 2013 publicado en mayo comenta el impacto que una bajada de tensión financiera puede generar en el crecimiento esperado del PIB. Además de señalar el anuncio del presidente del BCE, Mario Dragui, a finales de julio de 2012, de medidas orientadas a estabilizar los mercados de deuda soberana como causa principal del descenso considerable de tensiones financieras observadas objeto del estudio, realiza un análisis sobre el impacto que la disminución de dichas tensiones ha podido generar en el PIB europeo y español. El servicio de estudios concluye que el impacto diferencial acumulado observado desde mediados del año pasado ha sido positivo, calculando entre un 0,4% y 0,8% anual de PIB dicho impacto respecto a un escenario de tensiones financieras elevadas. En conclusión, el papel del Banco Central Europeo en la crisis actual está siendo alabado por unos y cuestionado por muchos. La estrategia desarrollada en primer lugar por la Reserva Federal y posteriormente por el Banco de Japón de expandir fuertemente sus balances comprando deuda soberana a largo plazo para estimular el crecimiento económico, son medidas excepcionales que tienen efectos secundarios y que muchos no conocen o simplemente desprecian sus consecuencias, y es por ello que exigen un mayor protagonismo de la institución monetaria en estos momentos, sin tener presente que los sistemas económicos europeo y americano o japonés tienen características diferenciales y estructuras institucionales muy distintas. La unión monetaria europea no tiene un sistema fiscal y presupuestario compacto y unitario, además de tener un sistema bancario único por construir que muchos dudan de la capacidad de unificar institucionalmente dentro del proyecto europeo. Por tanto las dudas generan tensiones financieras, y las tensiones financieras incrementa el coste de la financiación, y unos tipos de interés elevados en economías altamente endeudadas como lo están las economías desarrolladas producen un drenaje de recursos futuros para atender la deuda pública, que limita las políticas económicas orientadas a generar crecimiento y salir de la crisis.